¡¡¡BASTA YA DE PELOTAZOS Y ENGAÑOS!!!
Basta ya de justificar enormes inversiones improductivas o suntuarias, sin interés social ni viabilidad económica, para que saquen provecho unos pocos. Basta ya de megaproyectos que traen pelotazos urbanísticos y suculentos negocios para algunos, siempre engrasados con dinero público que acabamos pagando todos. El megaproyecto conocido como Eurovegas que ahora se nos vende para salir de la crisis, es la gota que colma el vaso de ese mismo capitalismo meramente extractivo y especulativo que nos ha llevado a la lamentable situación actual.
Bajo el chantaje que supone para la población el dramático volumen de paro, se promete una cifra irreal de puestos de trabajo a cambio de asumir que el grueso del proyecto se financie con recursos autóctonos y de ofrecerle cerca de mil hectáreas (el parque del Retiro tiene solo 118 hectáreas) de terrenos bien aderezados con infraestructuras y servicios públicos, además de toda clase de exenciones fiscales y de suspensión de exigencias legislativas, para facilitar el lavado de dinero y la extracción de plusvalías y beneficios limpios de polvo y paja. En ese órdago de promesas mentirosas común a los megaproyectos, se ha llegado a asegurar que creará 260.000 puestos de trabajo, cuando la empresa promotora del mismo, Las Vegas Sands, apenas alcanza a contar con 34.000 empleados en todos sus complejos que tiene repartidos por América y Asia. Pero revisemos el propósito, las exigencias y los intereses que mueven el proyecto.
El negocio declarado de este megaproyecto no redunda en promover instalaciones para eventos o encuentros culturales, comerciales, deportivos o banales atracciones infantiles, de los que tan plagada y arruinada está nuestra economía, sino en favorecer el juego replicando el disoluto folclore de Las Vegas. La propuesta no es nueva y encuentra precedentes poco afortunados. En primer lugar, la Comunidad de Madrid cuenta ya con dos casinos funcionando: el de la Rozas, y el que hoy degrada con su complejo residencial y de ocio, el paisaje histórico de la ciudad y la huerta de Aranjuez (realizado ya con el apoyo y la financiación de la empresa pública de suelo de la Comunidad de Madrid y de Caja Madrid). A esos les siguieron los casinos proyectados en la abortada ciudad del juego del desierto de Los Monegros (Aragón) y en el fallido Reino de Don Quijote, en Ciudad Real, a 50 minutos en AVE de Madrid. Este último empeño se hizo famoso por haber dejado como testigos mudos de su fracaso, la bancarrota de Caja Castilla-La Mancha y un descabellado aeropuerto sin aviones ¡que costó la friolera de 1.100 millones de euros! “para facilitar que todos los ricos del mundo fueran volando a jugar y divertirse en esas instalaciones de la llanura manchega”. Tras semejantes fiascos, sorprende que quienes dicen preocuparse por la buena imagen de España y asisten devotos a actos religiosos, se esfuercen en promover ahora en la metrópoli madrileña y con el máximo apoyo institucional, la viciosa propuesta de Eurovegas.
La novedad estriba en que, en estos tiempos de recortes, sequía de créditos y subida generalizada de impuestos, nuestros gobernantes prometen a este megaproyecto toda clase de facilidades, exenciones y apoyos dignos de mejores causas. Antes incluso de firmar “oficialmente” el contrato, nuestros gobernantes empezaron a cumplir su parte: modificaciones en la normativa del suelo, cambios de leyes como la de Haciendas Locales o la ley de Medidas Fiscales y Administrativas de la Comunidad de Madrid. Resulta sospechosa tanta diligencia cuando el inversor extranjero solo se compromete a financiar el 35% de la primera fase (seis años) del proyecto, requiriéndose créditos y ayudas complementarias para el resto, y cuando condiciona su participación en la segunda fase a obtener rentabilidades superiores al 20%, quedando libre de abandonarlo si no fuera así. En este caso el quebranto económico sería notable, ya que su puesta en marcha exige del Estado invertir cerca de 2.000 millones de euros en infraestructuras, que quedarían en desuso, como el aeropuerto de Ciudad Real, o como el tren de cercanías que el gobierno regional de Madrid puso al servicio del Parque Warner, que acaba de cerrar por la escasez de viajeros y las abultadas pérdidas.
La finalidad recaudatoria ha venido explicando que los Estados toleren e incluso promuevan el juego con loterías, casinos,… o máquinas tragaperras. Pero lo que resulta insólito es que, en este caso, junto a las enormes exigencias de inversión pública, se prevean deducciones de la tasa de juego (que ascenderían como mínimo sólo en la primera fase del proyecto a 1.500 millones de euros), del IBI (33 millones) y, sobre todo, que se eliminen los gravámenes que recaen sobre la adquisición, tenencia, edificación y transmisión de inmuebles, lo que beneficia a los propietarios del extenso suelo atribuido a la operación. En efecto, aunque el proyecto de Eurovegas, que justificaba la operación, no llegue a puerto, los propietarios de la zona verán revalorizados sus terrenos, por obra y gracia de las nuevas infraestructuras y equipamientos urbanos de transporte, agua, electricidad, vertidos, etc. Verán, en suma, sus fincas convertidas en un suelo urbanizado y muy accesible con el que especular. La operación resultará tan lucrativa para algunos, como ruinosa para la mayoría.
Los grandes propietarios del extenso suelo atribuido a la operación serán así los principales beneficiaros de la misma. No es un accidente el forzoso aterrizaje de Eurovegas en Alcorcón, donde disponen de mucho suelo inmobiliarias como Metrovacesa (con 120 hectáreas en la zona), junto a bancos e importantes terratenientes. También se beneficiarán las grandes empresas constructoras, siempre deseosas de hacer obras aunque sean de poca utilidad y, por último, el presunto inversor extranjero utilizado como pretexto que, de una u otra manera, verá retribuidos sus servicios.
La perversidad que encierra este megaproyecto es tal que, una vez iniciado, solo puede arrojar resultados desastrosos para la ciudadanía. Si la operación se queda a medias, sacarán tajada propietarios y constructores, pero será el conjunto social el que tenga que sufragar el despilfarro de obras y gastos acometidos. Y si culminara con éxito, la megalópolis del juego, con toda la desregulación y el descontrol urbanístico, fiscal y laboral que se le ofrecen, generaría un asilo de mafias, blanqueo de dinero y trabajo precario, económica y éticamente bien poco recomendable. El caldo de cultivo de Eurovegas ejemplifica bien la fase más avanzada de degradación del espíritu cívico calificada por Lewis Mumford, en su Cultura de las ciudades, de “tiranópolis”, fase en la que se imponen despóticamente megaproyectos de este porte, extendiéndose el parasitismo por toda la escena política y social, bajo el dominio de “gentes respetables que se conducen como criminales y de criminales que, a pesar de sus actividades, conservan la apariencia de respetabilidad.”
Los firmantes de este manifiesto exigimos la cancelación de Eurovegas y la apertura de un proceso de saneamiento político y económico que permita reorientar, con cordura y transparencia, las inversiones y el apoyo institucional hacia horizontes económicos y ecológicos más viables, más éticos y socialmente razonables.
Versión en PDF descargable aquí: Manifiesto contra Eurovegas 2
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